El buen periodismo personaliza la noticia
Uno de los principios esenciales del periodismo es entender que mientras más cerca que uno esté de la noticia más impacto tiene en el público.
Por eso es que a veces los medios de prensa sólo dan pequeñas notas de grandes tragedias ocurridas en el otro lado del mundo. No es lo mismo un huracán que afecte a las Filipinas que uno que ocasione grandes destrozos cerca de casa.
Hay sus excepciones como la horrible muerte de 20 niños de primer grado y seis adultos en la escuela primaria de Sandy Hook en Newtown, Connecticut. Esos angelitos que murieron antes de vivir sus vidas nos afecta a todos porque puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento.
Aun así, en una desgracia tan terrible como esta, las notas que más nos impactan son aquellas en la cual un reportero la personalice y lleva esas imágenes a familias que viven a cientos de millas del lugar de los hechos.
Eso fue lo que hizo Jorge Viera, un corresponsal de Univisión. Viera estaba en Puerto Rico con un grupo de amigos ayudando a reconstruir la casa de Wilfredo Benítez un viejo boxeador. En eso, Viera recibió una llamada de María Henao, la gerente de la mesa de asignaciones del noticiero.
Henao le dijo a Viera que los abuelos de Ana Grace Márquez, una de las víctimas vivían en Puerto Rico e iban a viajar a Nueva York al día siguiente a las 7 a.m. A Viera le pidieron que acompañara a los abuelos en el viaje.
A las 6 a.m. Viera ya estaba en el aeropuerto y se presentó a los abuelos de la niña. Hay pocas cosas más difíciles de hacer para un periodista que hablar con parientes de niños recién asesinados. Algunos intentan hacerlo sin tomar en cuenta la privacidad de los dolientes y le ponen el micrófono enfrente y empiezan a ametrallare preguntas.
Viera actuó con mucho respeto. Después de presentarse les trajo café y hablaron fuera de cámara. No trató de imponer sus preguntas al dolor de los abuelos. Respetó su privacidad. El quería ganarse la confianza de la pareja.
En el avión Viera se sentó detrás de la pareja. “La abuelita no paraba de llorar”, dijo Viera. Entonces una aeromoza se acercó a la abuela a preguntarle porque lloraba sin parar.Viera dice que Elba Márquez entre sollozos le explicó a la azafata. “Pocos minutos después todo el mundo en el avión lloraba, hasta el piloto”, dijo Viera. Aun así Viera se mantuvo prudente. No tomó fotos porque pensó que molestaría a los dolientes.
Al llegar a Nueva York, Viera se volvió a acercar a la pareja y les pidió permiso para entrevistarlos por televisión. Ellos asintieron y lo único que pidieron es que los entrevistaran en el aeropuerto y no en Newtown, donde viven los padres y el hermanito de Ana Grace que había sobrevivido la masacre.
La entrevista fue conmovedora. Elba hablaba entre sollozos y recordó como en una visita reciente su nietecita de seis años iba todas las mañanas a su habitación a pedirle un “segundo desayuno”. “A ella le gustaba la comida puertorriqueña”, agregó Elba en la entrevista.
“Esto es un pueblo tranquilo y nosotros, mi esposa y yo hablando, diciendo que bueno que nuestros nietos y hijos están en un sitio seguro. Nos sentíamos contentos con esa tranquilidad. Mira lo que pasa”, dijo Angel Márquez.
Este reportaje que fue parte del Noticiero Univisión del domingo, puso de relieve un ángulo diferente a una historia de por si devastadora. Casi todo lo escrito o puesto al aire de la tragedia en los días transcurrido desde la masacre salía de Newtown; de padres y madres de las víctimas; de profesoras que sobrevivieron la masacre. Y por supuesto no podían faltar los analistas y expertos dándole el toque político y sociológico a lo ocurrido.
Había que hablar de la enorme cantidad de armas que hay en el país, de los problemas ocasionados por personas con trastornos mentales y sobre la cultura de violencia que azota a Estados Unidos. Algunos dicen que fue demasiado. Yo no estoy de acuerdo. Lo que si aplaudo como periodista es los que hizo Univisión.
Ellos hicieron de lo ocurrido en Newtown una historia que afectó a los puertorriqueños que viven en la isla y los que viven en Estados Unidos. Mostraron como reaccionaron los que acompañaron a la pareja en su viaje de San Juan a Newtown. Y llevaron una historia contada en ingles por los medios a millones de hispanos que todavía no entienden bien el idioma de este país.
Aun en tragedias como ésta el buen periodismo personaliza la noticia. Y eso fue lo que hizo Viera en este caso.
Hay sus excepciones como la horrible muerte de 20 niños de primer grado y seis adultos en la escuela primaria de Sandy Hook en Newtown, Connecticut. Esos angelitos que murieron antes de vivir sus vidas nos afecta a todos porque puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento.
Aun así, en una desgracia tan terrible como esta, las notas que más nos impactan son aquellas en la cual un reportero la personalice y lleva esas imágenes a familias que viven a cientos de millas del lugar de los hechos.
Eso fue lo que hizo Jorge Viera, un corresponsal de Univisión. Viera estaba en Puerto Rico con un grupo de amigos ayudando a reconstruir la casa de Wilfredo Benítez un viejo boxeador. En eso, Viera recibió una llamada de María Henao, la gerente de la mesa de asignaciones del noticiero.
Henao le dijo a Viera que los abuelos de Ana Grace Márquez, una de las víctimas vivían en Puerto Rico e iban a viajar a Nueva York al día siguiente a las 7 a.m. A Viera le pidieron que acompañara a los abuelos en el viaje.
A las 6 a.m. Viera ya estaba en el aeropuerto y se presentó a los abuelos de la niña. Hay pocas cosas más difíciles de hacer para un periodista que hablar con parientes de niños recién asesinados. Algunos intentan hacerlo sin tomar en cuenta la privacidad de los dolientes y le ponen el micrófono enfrente y empiezan a ametrallare preguntas.
Viera actuó con mucho respeto. Después de presentarse les trajo café y hablaron fuera de cámara. No trató de imponer sus preguntas al dolor de los abuelos. Respetó su privacidad. El quería ganarse la confianza de la pareja.
En el avión Viera se sentó detrás de la pareja. “La abuelita no paraba de llorar”, dijo Viera. Entonces una aeromoza se acercó a la abuela a preguntarle porque lloraba sin parar.Viera dice que Elba Márquez entre sollozos le explicó a la azafata. “Pocos minutos después todo el mundo en el avión lloraba, hasta el piloto”, dijo Viera. Aun así Viera se mantuvo prudente. No tomó fotos porque pensó que molestaría a los dolientes.
Al llegar a Nueva York, Viera se volvió a acercar a la pareja y les pidió permiso para entrevistarlos por televisión. Ellos asintieron y lo único que pidieron es que los entrevistaran en el aeropuerto y no en Newtown, donde viven los padres y el hermanito de Ana Grace que había sobrevivido la masacre.
La entrevista fue conmovedora. Elba hablaba entre sollozos y recordó como en una visita reciente su nietecita de seis años iba todas las mañanas a su habitación a pedirle un “segundo desayuno”. “A ella le gustaba la comida puertorriqueña”, agregó Elba en la entrevista.
“Esto es un pueblo tranquilo y nosotros, mi esposa y yo hablando, diciendo que bueno que nuestros nietos y hijos están en un sitio seguro. Nos sentíamos contentos con esa tranquilidad. Mira lo que pasa”, dijo Angel Márquez.
Este reportaje que fue parte del Noticiero Univisión del domingo, puso de relieve un ángulo diferente a una historia de por si devastadora. Casi todo lo escrito o puesto al aire de la tragedia en los días transcurrido desde la masacre salía de Newtown; de padres y madres de las víctimas; de profesoras que sobrevivieron la masacre. Y por supuesto no podían faltar los analistas y expertos dándole el toque político y sociológico a lo ocurrido.
Había que hablar de la enorme cantidad de armas que hay en el país, de los problemas ocasionados por personas con trastornos mentales y sobre la cultura de violencia que azota a Estados Unidos. Algunos dicen que fue demasiado. Yo no estoy de acuerdo. Lo que si aplaudo como periodista es los que hizo Univisión.
Ellos hicieron de lo ocurrido en Newtown una historia que afectó a los puertorriqueños que viven en la isla y los que viven en Estados Unidos. Mostraron como reaccionaron los que acompañaron a la pareja en su viaje de San Juan a Newtown. Y llevaron una historia contada en ingles por los medios a millones de hispanos que todavía no entienden bien el idioma de este país.
Aun en tragedias como ésta el buen periodismo personaliza la noticia. Y eso fue lo que hizo Viera en este caso.
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