El VIH noqueó de un tirón los sueños de boxeador criollo
A pesar de su mediocridad como boxeador, Leocadio Mañón soñó con ser campeón, sus sacrificios personales y esfuerzos como atleta le llevaron a mejorar su marca de 2-4 a 17-5 y a ganar el título nacional mosca y lo mejor: obtuvo un contrato para pelear en Texas, que de triunfar le abriría la puerta a grandes combates en los Estados Unidos.
Para Fidelito, como le llaman todavía los pocos amigos que le quedan en su barriada natal, María Auxiliadora, el destino le había tendido una alfombra roja hasta el cielo, pero en cuestión de segundos la vida le cambió drásticamente, y sufrió la derrota más aparatosa que nunca imaginó, cuando los exámenes sanguíneos previo al combate arrojaron que era portador del virus VIH.
Sus sueños y su carrera acabaron al instante: su licencia de boxeador fue cancelada de por vida y de inmediato fue deportado al país; pero quedó el ser humano.
Hoy, Día Internacional de la lucha contra del VIH/SIDA, Leocadio Mañón se confiesa en El Deporte de LISTÍN DIARIO y aunque ya no le pregunta a Dios ¿por qué? Pide una oportunidad para reintegrarse a la sociedad y echar la última pelea de su vida para permitirles a sus hijos una alimentación y una educación digna.
Mañón está librando el combate de su vida
Mañón recuerda aquel momento, el cual fue el más sublime de su vida porque sin darse cuenta estaba en los Estados Unidos, era el semiestelarista de la pelea entre el campeón Marco Antonio Barrera y desafiante Mzonke Fana en Texas, y aunque no era el favorito para derrotar al mexicano Abner Mares, guardaba una sorpresa en sus puños como ya lo había hecho en Santo Domingo ante Fausto del Rosario (Chimán), Andrés Martínez (La Salsa), Domingo ‘El Cachorrito” Guillén y otros.
“Ya me habían anunciado en ese show que era televisado al mundo e incluso decían que si ganaba iba de línea a una pelea de título mundial porque mi estilo le gustó; además, yo iba a ganar la mejor bolsa para un boxeador de ese peso debutando en los Estados Unidos, me iban a pagar 10 mil dólares por mi primera pelea, que no se lo pagan a nadie en el peso de las 112 libras.
“Estaba en el hotel, había almorzado muy bien, descansé mucho, había pensado en la importancia de este chance que me habían dado, en mi familia que iba a mejorar, pensé en muchas cosas grandes; pero vi que estaba subiendo la hora y no me avisaban para vestirme para la pelea.
“Al rato subió Omara (la esposa de uno de sus manejadores) al cuarto del hotel, estaba llorando inconsolable; también entró Pedro Valerio su esposo, él no estaba llorando pero, me miró y no pudo hablar… Más atrás entró Alexis Divison, otro boxeador dominicano de la cuadra.
“Cuando me dijeron lo que sucedió, eso de que yo tenía Sida, yo golpeé duro la cama sin darme cuenta, grité fuerte no sé que cosa y corrí rápido a la ventana, estábamos en el piso 18 del hotel, pensé en lanzarme y acabar inmediatamente con la historia. Ellos me leyeron el pensamiento y me agarraron, lloraron, oraron y me hicieron reflexionar.
“El momento más grande de mi vida se convirtió en un segundo en una condena a muerte”, resume.
La familia
A Mañón, de 31 años y con un físico impresionante que no hace pensar al más cauto en que es portador del mortal virus, el tiempo no le ha alcanzado para buscar las causas de su enfermedad, mejor se ha dedicado a proteger la familia y a avanzar todo lo posible alrededor del futuro de sus tres hijos.
“Cuando supimos que los exámenes dieron positivo, Justo Melo le hizo un examen a mi esposa, dio no reactivo, luego volvimos a hacérselo en un tiempo prudente y en un laboratorio de más jerarquía, y dio positivo”, reveló Mañón.
Afirma que el tema no es prioridad entre él y su pareja y que se han aferrado a la fe en Dios, no ahora por la enfermedad, si no a la que siempre ha tenido y piden misericordia para levantar sus hijos.
“A mi me toca una gran esperanza y la estoy viviendo cada día”, se reconforma Mañón, quien ganó las últimas 10 peleas de su carrera.
Sus temores
“Mis hijos, gracias a Dios están sanos, pero temo que en la escuela no lo respeten por nuestra enfermedad o que alguien por ignorancia quiera sacarlos y negarle la gracia de la educación” Dijo que a pesar de que actúa y piensa normalmente aún no ha sentido los efectos de la enfermedad que se le descubrió en julio del 2005, pero en cambio, ha sufrido la depresión de cómo ha cambiado la sociedad para él.
“Justo Melo, uno de mis manejadores, ha sido como un padre para mi, es un hermano que no me abandona nunca, pero ya no soy boxeador, no le dejo beneficios y no puedo abusar de él ni exigirle nada, tampoco esperar que nadie me mantenga. Estoy aquí, lo que sabía hacer mejor era boxear y ya no puedo.
Mañón tiene que pagar una vivienda y sostener a su esposa y tres hijos, pero por su condición no puede presentarse a buscar trabajo y mucho menos volver al ring.
NUEVOS SUEÑOS
“Ya no puedo dar triunfos deportivos, no puedo llevar esa alegría de cuando ganaba un combate, ya no tengo los mismos sueños. Ahora, quisiera conseguir una casa modesta para mis hijos y poder educarlos para que ellos no pasen por lo que yo estoy sufriendo ahora.
“Usted sabe que yo empecé desde pequeñito a boxear, me iba escondido al gimnasio y mi padre se dio cuenta ya cuando yo estaba peleando de profesional y desde entonces me apoyó.
“No quisiera morir como Felito Peña, quien fue mi entrenador aficionado, hasta ahora no hay quien lo supere a nivel de su trabajo de enseñar jóvenes, el que más campeones mundiales ha hecho en el país (Héctor Acero Sánchez, Julio César Green, Agapito Sánchez y muchos otros), y este hombre muere en un hospital y hubo que coger un ataúd fiao (a crédito) para sacarlo de un hospital, eso es increíble… y oiga de quien se está hablando de Felito Peña, una de las personas que más han contribuido al boxeo; no quisiera cerrar así mi historia”, compara.
UN CAMPEÓN QUE ESPERA
Leocadio Mañón entiende que no fue campeón del mundo, tampoco uno de los mejores boxeadores dominicanos de todos los tiempos, quizás por su triste e inesperado final.
“Siempre trabajé desde muy pequeño, a los ocho años ya yo trabajaba, trabajé en mercado, en botellería, en colmado, he sabido ganarme mi comida con honestidad.
“Cuando se supo la noticia aquí me hicieron mucho daño, autoridades del boxeo, dijeron cosas que no debieron; pero yo perdono todo eso.
“He tratado de conversar con el secretario de Deportes, Felipe Payano, quien siempre ha tenido mucho aprecio a mi persona cuando era atleta y me mandó a decir varias veces que quería verme.
“Ahora trato de verlo pero es imposible, quizás no porque él no quiera recibirme, sino por la gente que tiene a su lado que no le dicen nada, yo he dado treinta viajes ahí y nada, ya no voy”, afirma.
Dice sentir vergüenza de estar atrás de las autoridades del boxeo y el deporte en general porque su papá le enseñó a trabajar para que nunca pidiera, pero que por la ignorancia de la sociedad sobre como se maneja esta enfermedad no consigue trabajo.
“Lo que yo estoy pidiendo yo me lo gané, si no hubiese sido en este país yo no estuviera rogándole a nadie para que me den la oportunidad de ser útil a la sociedad. Si no puedo trabajar que me pensionen como vieja gloria, quizás dirán que no tengo los méritos, pero deben tomar en cuenta mi condición”, considera.
La fortaleza física y mental de Mañón es su gran aliado junto a su fe, ya que sabe que tiene de frente a su mayor rival. “Yo realmente no pienso en eso, para mi no tengo VIH aunque los exámenes siempre sean positivos, sigo con mi mente igual, me ejercito como si fuera a pelear, ahora tengo como 20 libras más porque no tengo que hacer el peso; pero le agradezco a Dios todo y no sé si me sacó del boxeo para evitar quizás que muriera en el ring, uno no sabe por qué ocurren las cosas, pero Dios si sabe por qué”. concluye.
BUEN FÍSICO
Leocadio luce una contextura física envidiable como en sus días de monarca mosca, que muchos decía que tenía una anatomía de un peso pluma. Su historia se une a la de muchos hombres del ring internacional y local que han padecido la enfermedad.
Uno de los primeros seres humanos en morir del Sida fue el ex campeón mundial de peso ligero Esteban de Jesús en una cárcel de Puerto Rico.
También el desafiante de peso super ligero Stephan Johnson, seguido por el caso del ex monarca de peso completo Tommy Morrison, quien finalmente ha controlado el virus hasta lo imperceptible en los microscopios, al igual que el astro del baloncesto Magic Johnson.
“Si uno se mantiene al día con sus medicamentos y una buena dieta alimenticia puede sobrevivir y dominar la enfermedad al punto de que no sale en los análisis, aunque el virus sigue siempre en el cuerpo”, revela el ex monarca dominicano de las 112 libras, quien está colaborando y en comunicación permanente con Copresida. En el país han fallecido de esta enfermedad varios atletas, entre los que se cuentan los boxeadores Alexis Ureña (El Monstrico) y José Parra, así como el baloncestista Ismael Tapia.
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Abraham Mieses -