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Vivencias en casa de mis abuelos maternos en ciudad de Nagua y Cristo Rey

Vivencias en casa de mis abuelos maternos en ciudad de Nagua y Cristo Rey

Por Sandy de la Rosa

Haciendo un recorrido hacia décadas pasadas me detengo a recordar, y sin lugar a duda que no seré el único y verán porque lo digo, que al sentarse a escribir en una computadora recuerde cuando éramos niños algunas de las cosas que tradicionalmente usaban nuestros abuelos y de lo que hacíamos cuando muchacho.

Recuerdo que en casa de mis abuelos en Nagua; Sarito de la Rosa (don Saro) y doña Anastasia Martínez  fue donde conocí el uso de las lámparas de gas kerosene  o lámpara de vidrio que no era más que una botella a la que se le introducía un pedazo de trapo y se le echaba gas para el encendido.

Dentro de las características de la sociedad rural que pudimos ver y vivir nos encontramos con que las mujeres eran verdaderas heroínas y se respetaba tanto a los ancianos como a los niños.

En esta reminiscencia hay que destacar que tanto los adultos como niños se bañaban en ríos, arroyos o regola cercanos a las casas de algún pariente. Generalmente se hacia desnudo y cuando aparecía mujer o niña, cada quien tendía a cubrir su parte con las manos.

Repaso en mi memoria aquellas “pancadas” o patadas dentro del río que era más que un juego para demostrar el que tuviera más agilidad para moverse dentro del agua.

Recuerdo la ocasión en que nos fuimos un grupo de mozalbetes al río “la Zurza” en las proximidades del barrio Capotillo en el Distrito Nacional y José David Monegro, quien cariñosamente le gustaba que le llamáramos “Chico Mua”, mi “hermano” de andadas y hermano de uno de los subdirectores periodistas mas influyentes en medios de comunicación hoy en día, me escondió las ropas para que tuviera que irme desnudo hacia la casa a Cristo Rey.

Y ni hablar de agua potable en esa época pues no era común, y tanto la de tomar como la de los servicios domésticos en la ciudad de Nagua se buscaba directamente del río, y si fuera en mi sector de Cristo Rey se esperaba a que lloviera para guardar el agua en un tanque de hierro cementado pues los de plásticos no eran muy comunes para esa época.

En el aspecto puramente sanitario hay que destacar que en las zonas mas apartadas, ni siquiera las letrinas existían y las necesidades fisiológicas generalmente se hacían en los “montecitos” o lugares apartados para cuidar el pudor o la vergüenza que siempre iba acompañada de una tusa de maíz o de un papel de funda porque los periódicos impresos no se conocían tanto…Cuanto ha cambiado la vida hasta entonces…

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